TRABAJAR POR EL ÉBOLA
Es triste sí, pero he de confesar que
he trabajado gracias al ébola. ¿Por qué? Pues porque gracias al trabajo de las
tijeras de Rajoy, los recortes en sanidad eran una catástrofe. Probablemente ellos
sólo vean números, euros… Pero la cuenta es fácil, tanto que cualquiera sabe
que a menos personal y menos recursos, más precariedad en la asistencia
sanitaria. Por el contrario, si contamos con el personal y los recursos
suficientes, tendremos una asistencia sanitaria de calidad, de 10. Así pues,
con el ébola en España y poniendo el protocolo apunto, ha habido que contratar
gente. Por suerte para los que como yo vivimos de contratos de vacaciones,
suplencias, eventuales, incapacidades temporales… Si, confieso que vivo gracias
a que alguna compañera pida la baja.
Pero yo hoy vengo a hablaros de mi
punto de vista sobre el ébola. La fiebre del ébola nos ha cogido a todos, eso sí,
por sorpresa totalmente. Cuando el brote de ébola empieza a sonar en los medios
de comunicación ya se había cobrado algunas muertes en África. ¿Y aquí que
hicimos? Nada. Ni si quiera se le dio bombo en la televisión, es más importante
la corrupción, quién entra en la cárcel o quien sale con el famoso de turno. No
nos preocupamos de abastecer a los hospitales del material necesario ni de
formar al personal por si acaso alguien venía contagiado en un vuelo comercial
y aparecía en cualquier hospital, en ese caso nos habría pillado en bragas
totalmente.
Con el tiempo, decidimos tomarle la
temperatura a los pasajeros que llegaban a los aeropuertos del país, la fiebre
es un signo de alarma que produce nuestro organismo ante las infecciones, y se
puede encubrir con antitérmicos como el Paracetamol, es decir, era un valor
poco fiable y no se les tomaba la temperatura a todos los pasajeros, sólo a los
que venían de África y no siempre. ¡Vaya! Un desastre...
En agosto el gobierno español y la
excelentísima ministra de sanidad Ana Mato (que de mi parte, no se merece ni
las mayúsculas en su cargo) deciden repatriar a un misionero español. Con un
hospital de referencia en enfermedades tropicales como es el Carlos III medio
desmantelado, sin el personal necesario y por supuesto sin los medios suficientes.
¿Y qué material compramos? ¡El que sea! Buscamos lo que sobró después de la
fiebre de la Gripe A, que no sirve para el ébola pero qué más da, no va a ser
la Sra. Ana Mato ni el Sr. Mariano Rajoy los que se van a plantar el traje y a
meterse en esa habitación donde estará el sacerdote. Pero, a todo esto... ¿Alguien
ha formado al personal para esto? ¿No? ¡Pues a correr! Se organizan cursos
intensivos para el personal del Carlos III y el personal de la unidad de
cuidados intensivos de La Paz la noche antes de que el sacerdote llegue a
Madrid, así el personal tenía muy frescos los datos sobre cómo ponerse y
quitarse el traje.
Pero vaya, tenemos turbulencias, el
personal sanitario empieza a quejarse, algo con lo que no contaba el gobierno.
No hay personal ni material suficiente, por descontado que no han tenido toda
la formación que se necesita. No se sienten preparados para ponerse el traje
pues se lo han puesto una o ninguna vez, y en esta ocasión no van a ensayar,
esta vez es de verdad, se tendrán que poner el traje, entrar en esa habitación
con todo el cuidado del mundo, evitando contactos innecesarios, y por último
salir de la habitación y quitarse el traje, lo más difícil de todo el proceso.
Y al día siguiente, volverán con sus pacientes de UCI de La Paz.
Debido a la presión del personal
sanitario el gobierno empieza a comprar trajes más adecuados, se distribuye un
protocolo elaborado por el Ministerio de Sanidad por todos los hospitales
españoles y se les dan algunos trajes por si apareciera algún caso de ébola.
Pero el protocolo, colgado en la intranet del hospital, y los trajes en los
almacenes. Y tras la muerte del primer sacerdote, se decide repatriar a un
segundo misionero, por si el riesgo que había corrido todo el país no era
suficiente.
Así que volvemos a empezar, el miedo
del personal sanitario, el no saber si se está haciendo bien o no, saber que
tendrán que volver a casa con sus familias y rezar para que todo haya salido
bien.
Muere el sacerdote. Hay que decir que
ambos misioneros vinieron a España a morir pues la enfermedad había avanzado
demasiado.
Y ahora... ¿No había que vigilar al personal por si presentan síntomas? Bastará con termometrarles o que se pongan ellos el termómetro en casa y que el servicio de prevención les llame de vez en cuando para anotar las temperaturas.
El resto de la historia la conocemos de sobra, es a lo que más bombo se le ha dado. Teresa, auxiliar de enfermería, empieza a tener algunos síntomas, el más controvertido: la febrícula. No llegaba a los 38,6°C de fiebre que exigía el protocolo, por ello, el servicio de medicina preventiva del Carlos III, le dice que acuda a su médico, donde no me creo que ella no le contara que había estado el contacto con pacientes de ébola. Pero como el protocolo exige fiebre superior a 38.3-38.6°C y Teresa no llega, no es ébola, tendrá gripe, catarro… Qué se yo. Y ella insiste en medicina preventiva, sin conseguir nada. Y va a la peluquería, y yo no la culpo por ello, pues todo el mundo le dijo que no cumplía el requisito de la fiebre y que no era ébola. Pero viendo que su situación empeoraba, se aísla de su marido. Y me parece increíble que tengas que tomar tú misma las medidas de aislamiento necesarias porque nadie te hace caso. Y su marido llama al 112 asustado, contando lo que ocurre, y les mandan una ambulancia básica, sin aislamiento ni nada, porque no tiene fiebre, sólo febrícula. Acuden al hospital de referencia de Teresa, el hospital de Alcorcón, que al igual que el resto de hospitales no estaba preparado para esto. Y entonces saltan todas las alarmas. Los medios se hacen eco de la noticia. Se traslada a Teresa después de unas cuantas horas en las urgencias de Alcorcón y unas cuantas analíticas. Dos análisis positivos en ébola. Y cunde el pánico entre los sanitarios. Entre los que como Teresa estuvieron en contacto con el último misionero y los que tendrán que atenderla a ella. Empiezan a contar sus vivencias con los trajes, no hay tallas, nos quedan cortos, estrechos, es insuficiente, tenemos miedo, nadie me ha enseñado a ponérmelo y mucho menos a quitármelo. ¿Y qué hacen el gobierno y el consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid? Culparla, culparla hasta por la muerte de Manolete si es necesario. Y para colmo de males, como no se les ocurre qué hacer porque no tienen ni idea de qué hacer pues sacrifican al perro, al pobre Excalibur, que no tenía culpa de nada pero es todo lo que se le ocurrió al gobierno. ¡Cómo si ella no tuviera suficiente con haberse contagiado de ébola! Y hablar sobre si se habrá tocado la cara, si no hizo tal o hizo cual, crear polémica, resulta que Teresa era la única que había hecho las cosas mal. Como si esto fuera el plató del Sálvame Deluxe intentaron poner a todo el mundo en contra de Teresa. ¿Por qué? Fácil respuesta, si estábamos en contra de Teresa estábamos a favor del gobierno, que es lo que necesitan. Lo único que consiguieron fueron unas cuantas frases que mejor se las hubiera tragado el consejero, que cada vez que habla sube el pan, y pánico entre la población y el personal sanitario. Y ante el pánico se decide formar por fin al personal sanitario, a todo el personal sanitario. Entre unas cosas y otras, se empieza a formar al personal cuando Teresa está casi curada. Y se amplían los medios. La escasez de personal va en contra del protocolo del ébola, es necesaria mucha gente trabajando.
Por fin, se dan cuenta. Es necesario
un brote de ébola para que el gobierno vea que los recortes en sanidad sólo
traen precariedad. Podemos probar a recortar sus sueldos astronómicos, o en tarjetas
negras, por ejemplo...
Y desde aquí, mi más sincera
enhorabuena a todo el personal que ha estado ahí con los misioneros y con
Teresa, mirando al miedo de frente, a pesar de la precariedad, de la falta de
personal y de recursos. Y para Teresa y Javier, todo mi ánimo y todas mis
fuerzas, creo que debéis luchar porque en mi opinión han sido muy injustos con
vosotros.
Una vez más, espero que os haya
gustado la entrada. Llevaba demasiado tiempo sin escribir pero tenía claro que
sería sobre el ébola.
¡¡¡Espero vuestros comentarios!!!
¡Besotes para todos!
Por cierto, Javier Limón, ha creado una petición en www.change.org. Para quien le interese https://www.change.org/p/consejero-de-sanidad-comunidad-de-madrid-evitemos-sacrificios-como-el-de-exc%C3%A1libur-justiciaparaexcalibur
Buenas!
ResponderEliminarTu mejor que nadie, estando en ese mundillo, sabrás información y tendrás una opinión formada mas cercana a la realidad, pero yo no estoy del todo de acuerdo contigo. Te explico la mia.
El gobierno lo ha hecho mal, muy muy mal. Entiendo que los misioneros quisieran morir en su país, pero traerlos aquí era correr un riesgo, ya que como tu has dicho, la sanidad española no estaba preparada para el ėbola.
Entiendo que si el protocolo dice que hasta que no llegue a una temperatura determinada no se puede considerar el contagio con el ébola, no se haga nada en un hospital (cosa que está muy mal hecha y que si Teresa había comentado que había estado con enfermos de ébola, me extraña muchísimo que un sanitario se exponga al contagio y exponga al resto de personas, ya que ellos son los encargados de velar por nuestra salud).
Lo que no entiendo que ella, Teresa, sabiendo con quien ha tenido contacto, se vaya a la peluquería, porque si yo soy ella estaría muerta de miedo pensando en el posible contagio y me hubiera aislado muchisimo antes o incluso me hubiera trasladado al Calos III.
Me gustaría saber qué hubieras hecho tu en esa situación, porque la verdad no entiendo mucho tu opinión.
Sigue escribiendo, es una de las mejores cosas que hay en la vida: poder plasmar con palabras nuestros pensamientos.
Un saludo, E.
Hola E.,
EliminarProbablemente yo lo hubiera intentado con el servicio de medicina preventiva y frente a su negativa, antes que ir al medico de atención primaria me hubiera plantado en las urgencias del Carlos III y no me hubiera movido de allí hasta que no me hicieran las analíticas pertinentes. Pero claro, todo esto son suposiciones, no podemos saber qué haríamos en realidad cada uno llegado el caso.
Un abrazo!!
Gracias por contestarme, evidentemente tu comentario no me ha defraudado. Sigue así Carmelita. Un saludo fuerte. Ahhh y feliz cumpleaños (muy por adelantado, lo se)
ResponderEliminarE.