LOS AMIGOS DE LA ADOLESCENCIA
Esta
entrada va dedicada a todos ellos, porque juntos hemos construido algo muy
bonito.
Allá
por el año 2003 llegué nueva al instituto, era 2º de ESO y no conocía a nadie.
Hice amigos enseguida, aunque el tiempo me enseñó cuáles eran amigos de verdad.
Juntos
vivimos toda la ESO y Bachillerato, nos separamos para elegir nuestros caminos,
pero seguimos ahí. Aunque es cierto que ha habido idas y venidas, algunos se
fueron sin hacer ruido y otros dando sendos portazos que nos llegaron al alma.
Hubo
amores y desamores, cada cual suspiraba por su amor imposible. Les poníamos
motes para hablar en clave y que nadie se enterara. Hablábamos durante horas
por Messenger, no nos hizo falta
aprender mecanografía, con la de horas que le dedicábamos al ordenador nos
hubieran convalidado el título. Sufríamos por los exámenes, por ese profesor
que nos tenía un poco de manía. Pasábamos seis horas juntos en el instituto,
más lo que nos veíamos fuera y hablábamos por MSN, SMS y nos hacíamos llamadas perdidas para saber que estábamos
vivos. Teníamos lugares que eran nuestros: la esquina de la cafetería del
instituto, el banco de debajo de alguno de nuestros portales, la plaza donde
siempre nos despedíamos, la boca de metro donde nos esperábamos… Los sábados,
dedicábamos la tarde a bailar, disfrutábamos como locos, desfogábamos esa
energía que te dan las hormonas en plena ebullición. Disfrutábamos de todo:
fines de semana, las ferias de las fiestas, las hogueras de San Juan, días de
piscina, noches de juntarnos todos en una casa, cumpleaños y preparativos
previos (los regalos no se compran solos), los primeros viajes en coche… Por
suerte, nunca nos hizo demasiada falta el alcohol ni otras cosas, nos
divertíamos haciendo cualquier cosa juntos. Recuerdo las risas hasta llorar y
dolernos la barriga al imitar a algún profesor, o alguna que hacia aquello de
“¿dónde está la pelotita?”.
Llegaron
los primeros trabajos para quien tuvo más suerte y la necesidad de marcharse
para los que no encontraban lo que querían. Lloramos y mucho en aquellas
despedidas, aun hoy tenemos dos pedacitos de corazón fuera de España y fuera de
Madrid, ojalá podáis regresar pronto y para siempre. Cada despedida es más
difícil que la anterior.
Llegaron
las primeras independencias, tenemos parejas ya consolidadas, y el primer bebé…
Ay nuestra niña consentida nos hizo “tíos”. Y ahora la primera boda. Y seguro
que pronto habrá más independencias para los más rezagados, más bodas y más
bebés. Quién iba a decir, que cogeríamos en brazos al bebé de la compañera de
clase 10 años después, o que iríamos a su boda, todo quedaba tan lejos…y ahora
ya es real.
Ojalá
disfrutemos juntos muchísimos años más, quiero vernos crecer, quiero ver como encauzamos nuestras vidas.
Quiero vernos casar, quiero acunar a vuestros hijos, quiero que jueguen juntos…
os quiero a vosotros.
A
Noe, que es mi objetivo en esta publicación, eres una amiga increíble, siempre
has estado ahí cuando te he necesitado, hemos llorado y reído juntas, hemos
crecido juntas, me hiciste tía (aunque no sea de sangre) de esa preciosidad de
niña que tienes que me volvió loca desde el primer momento que la vi y ahora os
casáis y no puedo ser más feliz.
Quereros
mucho siempre, ese amor bonito que a pesar de los años aún hace que sientas
mariposas en el estómago, que se te acelere el corazón cuando le ves, que le
eches de menos si está lejos y que quieran hacerte mayor con esa persona a tu
lado.
Te
quiero mucho Noe, se muy feliz.
Y
a todos los demás también, ya sabéis quiénes sois.
Con
amor,
Carmelita.