SE FUE, Y TENGO QUE DECIDIR SI VIVIR O SOBREVIVIR
La entrada de hoy no es sólo para
contaros penas, que todos tenemos. Es para que sepáis, que de todo se sale.
No
sé cuántos de los que me leéis habéis perdido a alguien muy importante en
vuestra vida. Por desgracia, seréis muchos los que habéis tenido que decirle
adiós a alguien que ojalá hubiera sido eterno.
Mi
madre, mi guía en el mundo, mi fuerza de vivir… se apagó el 31 de diciembre de
2015 dejándonos rotos. Luchó como una guerrera durante más de dos años contra
un cáncer. Mi heroína. Alguien me dijo un tiempo después, que perder a una
madre es ley de vida y que duele mucho más perder a tu compañero de vida, por
ejemplo, aquella mujer no era consciente del daño que me hacían sus palabras
cegada por el dolor de haber perdido a su marido. No señora, que tu madre se
marche a los 54 años llena de vida, con tantas cosas que aportarle al mundo… no
es ley de vida. Yo tenía 25 añitos recién cumplidos, pensaba que tenía una vida
que se iba encaminando hacia donde yo quería: amigos, novio, trabajo a ratos
pero que no falta, planes de futuro, viajes… y de repente, nada. Cero. Todo se
fue a negro, como en la tele.
Literalmente,
mi vida se fue a la mierda (perdón por la expresión). Perdí el norte. Me sentí
muy sola aunque estaba rodeada de mucha gente. Pero el mundo sigue girando, la
vida te recuerda en forma de impuestos, burocracia y muchos trámites que tú
sigues viva aunque no te des cuenta. Recuerdo acostarme muchas noches igual que
me había levantado por la mañana, vacía. Iba y venía, arreglaba papeles, hacía
las cosas de casa, me incorporé a trabajar porque necesitaba volver a sentirme
útil y porque no quería cogerle miedo al hospital. Si, falleció en el mismo
sitio donde trabajo. Decidí hacerlo por ella, también era auxiliar de
enfermería y le gustaba que le contara lo que hacía en el hospital cada día.
Me
di cuenta pasados unos meses de que estaba sobreviviendo. Tuve un accidente de
tráfico, estuve llena de hematomas y con una contractura cervical un tiempo, y
me faltaba ella cuidándome. A la ansiedad del accidente se le sumaba que ella
no estaba para cuidarme. Y supe que a
ella no le gustaría verme así, apagada, llena de ansiedad y vacía. Así que
cambio de chip. Pensé en cómo le gustaba a ella ver la vida y elegí ese camino.
Ella
va conmigo allí donde yo vaya y haga lo que yo haga, siempre está dentro de mí,
y en ocasiones, también está en algunas cosas. La encuentro cuando hago cocido,
en el olor del cocido está mi madre. En los ojos de Conan. Y en el uniforme de
Prote, qué difícil fue el primer servicio sin ella. No voy a decir que ahora
vivo en un mundo de color de rosa, la echo muchísimo de menos. Hay veces que
pienso inconscientemente “esto se lo tengo que contar a mi madre” y no, no
puedo descolgar el teléfono y llamar, joder.
Daría
todo por tenerla conmigo organizando mi boda, ir a ver vestidos, hacer
manualidades, buscar ideas… ay mamá, cuánta falta me haces.
Pero
la vida sigue, y ya que estamos aquí, vamos a vivirla. Por ellos, por los que
se fueron. Seguro que nos miran desde arriba, nos guían, nos cuidan… no quieren
vernos tristes, eso es para los primeros meses. Después, arranca, sonríe cada
día. Por los que se fueron y por los que aún están aquí. Vamos a vivir.
Cuando
intentaba salir del hoyo, me di cuenta de que hay gente que haciéndolo con su
mejor intención, en vez de ayudarte te hunden más. Y distanciarte de ellos al
menos una temporada ayuda mucho. Cada uno vive el duelo a su manera. Y no quien
más llora es quien más dolor siente. A cada uno le duele lo suyo. Pero si
quieres volver a sentir algo que no sea dolor, échale valor a la vida, échale
un par de huevos. Levántate cada mañana con un propósito. Vive con ilusión.
Disfruta de las cosas.
La
vida es un 10% lo que nos pasa y un 90% cómo nos lo tomamos. No sirve de nada
preocuparse por cosas que no tienen solución, y si tienen solución sólo tienes
que ponerla en práctica, no pierdas tiempo en sufrir. Un día sin sonreír es un
día perdido, tenlo claro.
Va
por ti mamá.
Con
todo mi amor,
Carmelita.
Y yo nunca sabré si estuve a la altura... Probablemente no, nadie lo estuvo... Te quiero.
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